sábado, 10 de marzo de 2012

Poesía de Daniel Rojas Pachas en la antología Punto y Aparte (Vicio Perpetuo - Lima 2011 -impresa)






PRÓLOGO

Distintos colores, distintas latitudes se ven reflejadas en esta antología que nos trae el sentir poético de una generación que podríamos ubicar dentro de las llamadas generaciones X e Y. Generaciones conformadas por los que llegamos tarde al reparto de certezas históricas y temprano a las incertidumbres existenciales.
Pero a pesar del desasosiego e indiferencia de esta era, la creación sigue viva. Muestra de ello es esta antología donde la poesía se nos revela como un punto y aparte, una coma, una interrogación, los tres puntos suspensivos y toda la legión de acentos visibles y no visibles. Así de diverso es el universo poético que hoy se nos presenta en este compendio que abarca a poetas de Chile, Perú, México, Argentina y España.
En primer lugar encontramos a Denis Castañeda con su intensa afirmación de que «la sangre transcurre en el centro de la voz» y a Nico Leiva que dice y complementa este sentir: «y sólo pido que me desconecten para llegar más lejos».
Luego, más allá del sentir hacia dentro, tenemos a Juan Andrés Gómez que con una visión crítica de su entorno social reclama: «Pobre patria con su corazón que no respira / Entre la luz y una chispa, / entre los vientos y las respiraciones de las ratas». En este mismo sentido, de rebeldía profunda, encontramos a Maya Lima que con toda la fuerza de sus figuras poéticas anuncia: «Me divorcié de Dios / cuando ardió la luz de su verdad / en iluminación artificial». Germán Atoche, también, con un presentimiento sobre el sentido existencial del juego nos dice: «el gato y el ratón llevan años con su juego / haciéndose preguntas incómodas / juegan a no perder la fe».
Y en este mismo ánimo enciende-praderas llega Zoila Capistrán: «Disuelve el pantano que tupe mi boca / Teje alas a mis ojos para traspasar azoteas / A mis dedos pólvora para descuartizar a los mansos».
Pero también para nosotros, los hijos de estos tiempos, la pasión y el amor no son una materia olvidada y como muestra de ello, Manuel Vargas Trujillo escribe: «La deseabas tanto como un perro rabioso anhela devorar médulas y vientres» y Dany Cruz agregaría, en tono sensual: «Como una raíz envuelvo tu cintura / Como una raíz encuentro tu aliento».
Diana Benites bien podría responder poéticamente a ese reclamo con sus líneas: «Lléname la boca con tus delicias / Hazte acreedor de mis encantos / Asáltame cada noche». Emparentada con estas emociones tenemos a Paola Zulema, una de las autoras más jóvenes en esta antología (1982), manifiesta así su sentir: «Quiero sí un submarino / para aprender a navegar. Ir en tu búsqueda y sustraerte / de aquel sistema binario, escapar de todos, juntos, para / siempre. Sabes, quiero retratarte con palabras».
Pero este universo del amor y sus pasiones es finito y Luciano Acleman lo dice del modo más atinado: «Ella llegó a mi vida / como un cuento de hadas / Y ahora se va/ como una pesadilla».
Y sobre nuestra manera de habitar este mundo, tenemos a Belén Maldonado hablándonos de que «La lluvia tiene la muerte menos verdadera / más eterna de la historia» y Eva Velásquez, instalada en el extremo no de la lluvia, sino del fuego, dice así: «té / mentol / de / esquina / frotado en brasas paridas / de felicidad».
En esta misma línea, Julio César Benavides afirma: «Llovían tormentas / que quebraban parte de la vida / que estremecían los huesos» y Daniel Rojas Pachas agrega, retando los signos gramaticales, las pausas: «seductoras células en cada espacio-tiemp…… timbre rincón hecho de carne, más carne, cerros grises, (((ecos))) fosas comunes (pequeñas fálicas coqueterías, devoran dulces colores) & espirales». Sandra Ledeska entonces, aparece con una voz suave pero contundente: «me serví dos lluvias / cambié la ropa a la tarde / y pedí perdón a mi nostalgia».
Y después, marcados por su sello personal e indisoluble, pero también por este sentir generacional, encontramos a Milagros Jamis Saavedra quién enuncia: «Ayer, nací en 1969 / La máquina averiada de las eras / diseñada en las olas contra los espigones de mi delirio, / confunde las estaciones con los días». Micaela Gonzales, dice también así: «Rebelde insatisfacción en un espacio no habitado / donde la bruma del rencor aflora / donde los minutos son horas culposas». Efraín Altamirano remata en este sentido: «Soy el único testigo porque soy la causa / el que no tenía otro nombre para agregar / y ahora que lo escrito sea parte del pasado nunca conoceré mi recompensa». Daniel A. Yupanqui describe agudamente esta insatisfacción perenne con el pasado, presente y futuro: «Moriremos visitando el futuro, / a fin de cuentas / el futuro también / es ajeno, / quizá de otros / que no querrán hacer / lo mismo que ahora hacemos».

Pero más allá del desencanto por los tiempos que nos tocó vivir, por los amores y sus desencuentros, Alfredo Coello se visualiza vivo, observante y en movimiento… «Y he aquí el sol / clavado en el espacio / atado a la punta de mi cometa, / girando». Y por último, con sencillas palabras pero metáforas profundas que nos evocan algún tipo de esperanza necesaria, Francisco Muñoz Soler dice así: «Si descubriéramos la verdad / de lo que realmente somos / se plegarían tierra y cielo».
Así pues, en esta Antología poética encontraremos mucho más de lo que ya enuncié en este prólogo. Encontraremos belleza, pasión, desencanto, amor y esperanza. Estos poetas de Iberoamérica estarán de acuerdo quizás, en que el futuro no está donde creíamos y no será como queremos; pero por eso y a pesar de eso, la poesía sirve, colabora, en la construcción de mundos mejores para todos, mundos que también se construirán a golpe de pluma y metáfora.

Carmen Saavedra
Poeta, México D.F.




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