miércoles, 30 de diciembre de 2009

THE TYGER (from Songs Of Experience)

21:03










THE TYGER (from Songs Of Experience)


By William Blake



Tyger! Tyger! burning bright

In the forests of the night,

What immortal hand or eye

Could frame thy fearful symmetry?



In what distant deeps or skies

Burnt the fire of thine eyes?

On what wings dare he aspire?

What the hand dare sieze the fire?



And what shoulder, & what art.

Could twist the sinews of thy heart?

And when thy heart began to beat,

What dread hand? & what dread feet?



What the hammer? what the chain?

In what furnace was thy brain?

What the anvil? what dread grasp

Dare its deadly terrors clasp?



When the stars threw down their spears,

And watered heaven with their tears,

Did he smile his work to see?

Did he who made the Lamb make thee?



Tyger! Tyger! burning bright

In the forests of the night,

What immortal hand or eye

Dare frame thy fearful symmetry?



1794




lunes, 28 de diciembre de 2009

La gallina degollada de Horacio Quiroga en La Argentina en Pedazos

8:57



La gallina degollada de Horacio Quiroga en La Argentina en Pedazos

Click en la imagen para agrandar.










La gallina degollada

Horacio Quiroga


Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos y volvían la cabeza con la boca abierta.

El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta. La luz enceguecedora llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos se animaban; se reían al fin estrepitosamente, congestionados por la misma hilaridad ansiosa, mirando el sol con alegría bestial, como si fuera comida.

Otra veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando al tranvía eléctrico. Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían entonces, mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio. Pero casi siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón.

El mayor tenía doce años, y el menor ocho. En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal.

Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres. A los tres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer, y mujer y marido, hacia un porvenir mucho más vital: un hijo: ¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de su cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?

Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce meses de matrimonio, creyeron cumplida su felicidad. La criatura creció bella y radiante, hasta que tuvo año y medio. Pero en el vigésimo mes sacudiéronlo una noche convulsiones terribles, y a la mañana siguiente no conocía más a sus padres. El médico lo examinó con esa atención profesional que está visiblemente buscando las causas del mal en las enfermedades de los padres.

Después de algunos días los miembros paralizados recobraron el movimiento; pero la inteligencia, el alma, aun el instinto, se habían ido del todo; había quedado profundamente idiota, baboso, colgante, muerto para siempre sobre las rodillas de su madre.

—¡Hijo, mi hijo querido! —sollozaba ésta, sobre aquella espantosa ruina de su primogénito.

El padre, desolado, acompañó al médico afuera.

—A usted se le puede decir; creo que es un caso perdido. Podrá mejorar, educarse en todo lo que le permita su idiotismo, pero no más allá.

—¡Sí!... ¡Sí! —asentía Mazzini—. Pero dígame: ¿Usted cree que es herencia, que?...

—En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creía cuando vi a su hijo. Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien. No veo nada más, pero hay un soplo un poco rudo. Hágala examinar bien.

Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Tuvo asimismo que consolar, sostener sin tregua a Berta, herida en lo más profundo por aquel fracaso de su joven maternidad.

Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de otro hijo. Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido. Pero a los dieciocho meses las convulsiones del primogénito se repetían, y al día siguiente amanecía idiota.

Esta vez los padres cayeron en honda desesperación. ¡Luego su sangre, su amor estaban malditos! ¡Su amor, sobre todo! Veintiocho años él, veintidós ella, y toda su apasionada ternura no alcanzaba a crear un átomo de vida normal. Ya no pedían más belleza e inteligencia como en el primogénito; ¡pero un hijo, un hijo como todos!

Del nuevo desastre brotaron nuevas llamaradas del dolorido amor, un loco anhelo de redimir de una vez para siempre la santidad de su ternura. Sobrevinieron mellizos, y punto por punto repitióse el proceso de los dos mayores.

Mas, por encima de su inmensa amargura, quedaba a Mazzini y Berta gran compasión por sus cuatro hijos. Hubo que arrancar del limbo de la más honda animalidad, no ya sus almas, sino el instinto mismo abolido. No sabían deglutir, cambiar de sitio, ni aun sentarse. Aprendieron al fin a caminar, pero chocaban contra todo, por no darse cuenta de los obstáculos. Cuando los lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro. Animábanse sólo al comer, o cuando veían colores brillantes u oían truenos. Se reían entonces, echando afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial. Tenían, en cambio, cierta facultad imitativa; pero no se pudo obtener nada más. Con los mellizos pareció haber concluido la aterradora descendencia. Pero pasados tres años desearon de nuevo ardientemente otro hijo, confiando en que el largo tiempo transcurrido hubiera aplacado a la fatalidad.

No satisfacían sus esperanzas. Y en ese ardiente anhelo que se exasperaba, en razón de su infructuosidad, se agriaron. Hasta ese momento cada cual había tomado sobre sí la parte que le correspondía en la miseria de sus hijos; pero la desesperanza de redención ante las cuatro bestias que habían nacido de ellos, echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.

Iniciáronse con el cambio de pronombre: tus hijos. Y como a más del insulto había la insidia, la atmósfera se cargaba.

—Me parece —díjole una noche Mazzini, que acababa de entrar y se lavaba las manos—que podrías tener más limpios a los muchachos.

Berta continuó leyendo como si no hubiera oído.

—Es la primera vez —repuso al rato— que te veo inquietarte por el estado de tus hijos.

Mazzini volvió un poco la cara a ella con una sonrisa forzada:

—De nuestros hijos, ¿me parece?

—Bueno; de nuestros hijos. ¿Te gusta así? —alzó ella los ojos.

Esta vez Mazzini se expresó claramente:

—¿Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, no?

—¡Ah, no! —se sonrió Berta, muy pálida— ¡pero yo tampoco, supongo!... ¡No faltaba más!... —murmuró.

—¿Qué, no faltaba más?

—¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien! Eso es lo que te quería decir.

Su marido la miró un momento, con brutal deseo de insultarla.

—¡Dejemos! —articuló, secándose por fin las manos.

—Como quieras; pero si quieres decir...

—¡Berta!

—¡Como quieras!

Este fue el primer choque y le sucedieron otros. Pero en las inevitables reconciliaciones, sus almas se unían con doble arrebato y locura por otro hijo.

Nació así una niña. Vivieron dos años con la angustia a flor de alma, esperando siempre otro desastre. Nada acaeció, sin embargo, y los padres pusieron en ella toda su complaciencia, que la pequeña llevaba a los más extremos límites del mimo y la mala crianza.

Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba, como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Mazzini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo.

No por eso la paz había llegado a sus almas. La menor indisposición de su hija echaba ahora afuera, con el terror de perderla, los rencores de su descendencia podrida. Habían acumulado hiel sobrado tiempo para que el vaso no quedara distendido, y al menor contacto el veneno se vertía afuera. Desde el primer disgusto emponzoñado habíanse perdido el respeto; y si hay algo a que el hombre se siente arrastrado con cruel fruición, es, cuando ya se comenzó, a humillar del todo a una persona. Antes se contenían por la mutua falta de éxito; ahora que éste había llegado, cada cual, atribuyéndolo a sí mismo, sentía mayor la infamia de los cuatro engendros que el otro habíale forzado a crear.

Con estos sentimientos, no hubo ya para los cuatro hijos mayores afecto posible. La sirvienta los vestía, les daba de comer, los acostaba, con visible brutalidad. No los lavaban casi nunca. Pasaban casi todo el día sentados frente al cerco, abandonados de toda remota caricia.

De este modo Bertita cumplió cuatro años, y esa noche, resultado de las golosinas que era a los padres absolutamente imposible negarle, la criatura tuvo algún escalofrío y fiebre. Y el temor a verla morir o quedar idiota, tornó a reabrir la eterna llaga.

Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fue, como casi siempre, los fuertes pasos de Mazzini.

—¡Mi Dios! ¿No puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces?. . .

—Bueno, es que me olvido; ¡se acabó! No lo hago a propósito.

Ella se sonrió, desdeñosa: —¡No, no te creo tanto!

—Ni yo, jamás, te hubiera creído tanto a ti. . . ¡tisiquilla!

—¡Qué! ¿Qué dijiste?...

—¡Nada!

—¡Sí, te oí algo! Mira: ¡no sé lo que dijiste; pero te juro que prefiero cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú!

Mazzini se puso pálido.

—¡Al fin! —murmuró con los dientes apretados—. ¡Al fin, víbora, has dicho lo que querías!

—¡Sí, víbora, sí! Pero yo he tenido padres sanos, ¿oyes?, ¡sanos! ¡Mi padre no ha muerto de delirio! ¡Yo hubiera tenido hijos como los de todo el mundo! ¡Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos!

Mazzini explotó a su vez.

—¡Víbora tísica! ¡eso es lo que te dije, lo que te quiero decir! ¡Pregúntale, pregúntale al médico quién tiene la mayor culpa de la meningitis de tus hijos: mi padre o tu pulmón picado, víbora!

Continuaron cada vez con mayor violencia, hasta que un gemido de Bertita selló instantáneamente sus bocas. A la una de la mañana la ligera indigestión había desaparecido, y como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se han amado intensamente una vez siquiera, la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto hirientes fueran los agravios.

Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba escupió sangre. Las emociones y mala noche pasada tenían, sin duda, gran culpa. Mazzini la retuvo abrazada largo rato, y ella lloró desesperadamente, pero sin que ninguno se atreviera a decir una palabra.

A las diez decidieron salir, después de almorzar. Como apenas tenían tiempo, ordenaron a la sirvienta que matara una gallina.

El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco. De modo que mientras la sirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con parsimonia (Berta había aprendido de su madre este buen modo de conservar frescura a la carne), creyó sentir algo como respiración tras ella. Volvióse, y vio a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación... Rojo... rojo...

—¡Señora! Los niños están aquí, en la cocina.

Berta llegó; no quería que jamás pisaran allí. ¡Y ni aun en esas horas de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible visión! Porque, naturalmente, cuando más intensos eran los raptos de amor a su marido e hija, más irritado era su humor con los monstruos.

—¡Que salgan, María! ¡Échelos! ¡Échelos, le digo!

Las cuatro pobres bestias, sacudidas, brutalmente empujadas, fueron a dar a su banco.

Después de almorzar, salieron todos. La sirvienta fue a Buenos Aires, y el matrimonio a pasear por las quintas. Al bajar el sol volvieron;, pero Berta quiso saludar un momento a sus vecinas de enfrente. Su hija escapóse enseguida a casa.

Entretanto los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco. El sol había traspuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse, y ellos continuaban mirando los ladrillos, más inertes que nunca.

De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco. Su hermana, cansada de cinco horas paternales, quería observar por su cuenta. Detenida al pie del cerco, miraba pensativa la cresta. Quería trepar, eso no ofrecía duda. Al fin decidióse por una silla desfondada, pero faltaba aún. Recurrió entonces a un cajón de kerosene, y su instinto topográfico hízole colocar vertical el mueble, con lo cual triunfó.

Los cuatro idiotas, la mirada indiferente, vieron cómo su hermana lograba pacientemente dominar el equilibrio , y cómo en puntas de pie apoyaba la garganta sobre la cresta del cerco, entre sus manos tirantes. Viéronla mirar a todos lados, y buscar apoyo con el pie para alzarse más.

Pero la mirada de los idiotas se había animado; una misma luz insistente estaba fija en sus pupilas. No apartaban los ojos de su hermana, mientras creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de sus rostros. Lentamente avanzaron hacia el cerco. La pequeña, que habiendo logrado calzar el pie, iba ya a montar a horcajadas y a caerse del otro lado, seguramente, sintióse cogida de la pierna. Debajo de ella, los ocho ojos clavados en los suyos le dieron miedo.

—¡Soltáme! ¡Déjame! —gritó sacudiendo la pierna. Pero fue atraída.

—¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! —lloró imperiosamente. Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó.

—Mamá, ¡ay! Ma. . . —No pudo gritar más. Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los bucles como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta la cocina, donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta, arrancándole la vida segundo por segundo.

Mazzini, en la casa de enfrente, creyó oír la voz de su hija.

—Me parece que te llama—le dijo a Berta.

Prestaron oído, inquietos, pero no oyeron más. Con todo, un momento después se despidieron, y mientras Bertita a dejar su sombrero, Mazzini avanzó en el patio.

—¡Bertita!

Nadie respondió.

—¡Bertita! —alzó más la voz, ya alterada.

Y el silencio fue tan fúnebre para su corazón siempre aterrado, que la espalda se le heló de horrible presentimiento.

—¡Mi hija, mi hija! —corrió ya desesperado hacia el fondo. Pero al pasar frente a la cocina vio en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente la puerta entornada, y lanzó un grito de horror.

Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oír el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini, lívido como la muerte, se interpuso, conteniéndola:

—¡No entres! ¡No entres!

Berta alcanzó a ver el piso inundado de sangre. Sólo pudo echar sus brazos sobre la cabeza y hundirse a lo largo de él con un ronco suspiro.



martes, 22 de diciembre de 2009

Daniel Rojas Pachas: Breve exposición en la Universidad Santo Tomas

8:12

Literatura e identidad

Daniel Rojas Pachas


Sábado 19 de Diciembre del 2009


Para entender mejor la relación arte/literatura e identidad es necesario remitirnos al concepto de apropiación estética que en términos simples, podemos definir desde la teoría como: El objeto tratado por el arte es transportado a otro nivel de significación, el fenómeno de apropiación que hace el artista transfigura al ser y pone de manifiesto una nueva cualidad, una nueva perfección que será comunicada por el poema, la pintura, la pieza musical.(Kupareo))

Al realizar tal proceso el artista, en este caso el creador que usa como materia prima la palabra, llámese poeta, narrador o dramaturgo toma una parcela del mundo y proyecta su imaginario dotando de múltiples significados, connotaciones y deseos al objeto.

Un ejemplo sencillo que sirve para graficar el fenómeno es como dentro de nuestra literatura nacional y local, las aves han poblado las páginas de infinidad de poemarios y novelas, desde títulos como: El obsceno pájaro de la noche de José Donoso hasta versos magistrales como el que Juan Luis Martínez incluye en su obra experimental La Nueva Novela:

Los pájaros cantan en pajarístico,
pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca,
con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).

En ellos encontramos una crítica a la incomunicación a lo precario de nuestros medios, cuestionamiento propio de la filosofía del lenguaje, pero ahí no acaba la posibilidad de figuración del objeto, encontramos además cuestionamientos existenciales como los que hace Parra por medio del Jilguero:

El Jilguero Chileno -creo yo-
tiene la obligación de mantenerse en silencio
mientras no recupere su libertad
y no pensar en nada que no sea
la libertad
la puerta de la jaula
actos y no palabras deliciosas

O una alegoría a la arquitectura y al lar como este que nos da Jorge Teillier con las palomas…

Quién soy yo sino nadie
Alguien que quisiera pasarse los días y los días
Como un solo domingo
Mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios
Mirando a un anciano que da de comer a las palomas
Y a los evangélicos que predican el fin del mundo

Cuando en la tarde no soy nadie
Entonces las cosas me reconocen
Soy de nuevo pequeño
Soy quien debiera ser

Casos a tomar hay muchos, el mar, el cielo, el amor, así cada autor va creando su concepción de la realidad desde lo concreto, la mirada a espacios físicos, objetos, animales, rostros, hasta lo inmaterial o metafísico, la temporalidad, el espíritu de la época, los vicios y valores, sentidos, temores y proyecciones, en este discurrir y crear al mundo con la palabra el autor se observa y recrea la vida, al otro y da forma y sentido a su enciclopedia

En definitiva la suma y conflicto de todas estas voces y propuestas creativas, son las que han dado nacimiento a estilos, escuelas, generaciones y a un rico panorama literario Chileno con una identidad clara y desde luego a un continente unido por las redes y fisuras de una lengua. Desde allí podemos contemplar nuestro sitial en la universalidad literaria, en la cual Chile ocupa un lugar privilegiado y al menos alabado por la opinión pública, si a poesía nos referimos.

En síntesis, en cada esfuerzo, en cada obra y propuesta vemos desplegado el instinto y el anhelo por desarrollar cabalmente una voz que lírica y prosaicamente exprese su cosmovisión trascendiendo los límites espacio/tiempo pues de qué otro modo generaciones completas podrían haber conocido el esplendor y decadencia de la civilización griega sino fuera por Homero y los grandes creadores de tragedias, el París de Hemingway, el salto asfixiante al modernismo de Kafka y en general, aquellos paisajes y atmósferas que nos definen como americanos a través de la geografía territorial y mental de San Agustín de Tango de Emar, Santa María de Onetti, Comala de Rulfo y Macondo de García Márquez.

En nuestro caso particular el norte de Chile, su desierto y también la urbe que hoy somos y hemos sido es un espacio a ser reconstruido y re-escriturado una y otra vez a partir de la mirada de un Sabella que nos bautizo con su obra Norte Grande pasando por otras visiones canónicas y fundacionales más locales, la nostalgia pampina y salitrera hasta el hiperrealismo postmoderno, descarado, vivencial, exploratorio y descreído de los nuevos creadores ariqueños.

Sin embargo lo claro es que nuestra identidad e historia no termina en las páginas de un libro, allí todo comienza, como una invitación, parte y foco que cada uno de nosotros como lectores y escritores en primera instancia de nuestras vidas, estamos llamados a dar forma, diseño y contenido, edificando la realidad que nos convoca.




sábado, 19 de diciembre de 2009

bacanal de Eielson e Isabel Rawsthorne de Lihn

13:32

ISABEL RAWSTHORNE
(Lihn-A partir de Mahattan)


Dios escupió y el hombre se hizo

El hombre eyaculó y el esqueleto cartilaginoso

de una mujer llamada Isabel Rawsthorne apareció en una

calle del Soho

charcos de carne membranosa transparentándose en lechos

clínicos.

Isabel Rawsthorne, esqueleto cartilaginoso de las calles del

Soho

Una cara como un vómito

como una plasta que el ordeñador sanguinolento de lo real

pisotea con sus patas de vaca.

En el prado crece la hierba como los pendejos en el pubis de

Isabel.

La hierba que crece en el pubis del prado

embetunada de semen

bajo esas dos figuras

charcos de carne membranosa transparentándose en lechos

clínicos.

En el lecho nupcial una mesa de operaciones

figuras que se entrelazan como bisturíes de carne

La boca abre su corola dentada.

El rojo de la boca coronado de dientes

el ano dentado de la boca como un birrete de obispo.

Pienso en Isabel Rawsthorne para exorcizar la asfixia

de la que ella, en una calle del Soho, es un emblema aproxi-

mativo

con su carne eyaculada por el pincel de Francis Bacon.



bacanal (1946)
jorge eduardo eielson


¿Conocéis la imprenta del bruto que reina, come y caga
enjoyado en su trono de hierro y papiro?
Desde el alba, entre rayos y trompetas,
pintadas prostitutas a caballo lo asisten,
empolvan y pulen sus uñas con limas de lata y de frascos rotos.

Animal sagrado de las prensas y antros neblinosos,
rugoso dios dormido al olor de unos sobacos rubios,
tendido sobre las cenizas del vino o el heliotropo,
el polvo de arroz o la pomada:
la paz del soldado, sotana, vals y trabajo
turban sus excesos rutilantes
y su esplendor venéreo de ramera
cargada de rojos lunares y collares miserables.

Pero su fama nocturna, como insolente clarín,
lo hace rey de la urbe,
llama oficial del Paraíso que empenacha, tal un pavo real de fuego,
las torres ahumadas y las cornisas de los tristes palacios de yeso, cáscara de huevo y jabón.
Rondad, pobre jefe de policía, rondad sus noches de ensueño,
mientras sus uñas transparentes, delicadas y crueles,
se clavan en el alba como en un seno tierno o una garganta.
Mirad cuán dulcemente ahorca al gallo del municipio
y roba los repollos frescos del mercado,
mientras las carnicerías se abren gritando para él.
Averiguad su oscuro origen en la bilis infernal que lo rodea,
sus antecedentes incendiarios,
los insondables poderes que alimentan su furor y su sonrisa.
Y penetrad en su córnea de ópalo,
en su esclerótica bañada por atlánticos fulgores,
por la luz de Cáncer y el tridente frío de Neptuno.
O preguntad al panadero, al deshollinador y al guarda.
O al joven deportista enfermo, cuya muerte enluta pelota, provincia y estadio.
O id al taller del sastre, en cuya majestad,
entre paño y tijeras, esclavo de la araña Muerte,
santo y humilde obra junto al lamparín y al gato.

Porque él solo, él solo responde del crimen humano ,
de la violación y el hambre, del robo y de la guerra,
de la literatura negra y del traje infamante de lady Godiva.
Padre del vicio y de la soledad, bestia de lujo,
gárgola fogosa cuya boca ábrese al infierno en los umbrosos castillos del Rhur y Cracovia,
arma y escudo de Gutemberg, cuyas letras amargas, colosales,
-tenazmente custodia en su laberinto de mil páginas y páginas inmundas.

¡Oh hechicero de rayas amarillas, demonio bermellón y rebelde,
diviérteme con tu pelambre de oro y tu lengua negra y mortal como el sabor de la tinta!
Padre mío fulgurante que te orinas en el cielo
y tornas a tu cueva con las uñas en pantalla:
déjame acariciar tus ojos soñolientos
y el supremo trono de tu hocico y tu nuca magullada.
Hidra gozosa que me miras como un ángel desde tu charca pestilente,
con las amígdalas, el corazón, la verga y los pulmones en un ramo púrpura y jadeante.

¡Ah, sólo cuando el áureo rey de las moscas luce fijo en el cielo
y los lodazales sulfúreos se entibian,
tú huyes de las casas del deseo mientras el cortinaje
tornasol del día se cierne sobre ti
y hace delirar tus ojos, rojos aún del aguardiente nocturno!
Minuto ardiente en que los bares y burdeles se hunden en la vía
como carabelas tocadas por la flecha tibia de la aurora.
Las oficinas públicas se abren alhajadas de rocío,
las oficinas públicas ¡puf! cuya lámpara es la melancolía,
y cuyos jefes, como escarabajos barrigones y amarillos en sus sillas
temen el fulgor de las estrellas.

Allí amaneces embriagado, tras la juerga, entregado a sueños indecibles,
a terrores perfumados y viciosos,
mientras las pobres mujeres pintadas, encantadoras y- vacías,
ríen a tu alrededor, agitando los cascabeles áureos de sus dentaduras
bajo el toldo rutilante del estío.

¡Oh inocente! Víctima de dioses y demonios,
cuyos rayos húndense en tu sangre y hacen de ti un pelele ruin,
muñeco de maleficio plagado de alfileres en la vía,
mayordomo céreo del gusano.
Lascivo rey montés, anunciador del rayo y el eclipse,
demonio delicioso de cien mil miradas de lumbre y armiño:
yo persigno -de oreja a oreja y de la cabeza oscura al colmillo furtivo- tu hocico riente y maligno.

Gato y escriba, hijo del diluvio, el terremoto y los cráteres vesánicos ,
animal alado y escamoso venido en ondas de fuego o champagne
por las tranquilas cúpulas y torres,
por sobre las grises imprentas abiertas a las nubes
y al chillido seco de tu esperma
que cae como una dulce, aguda flecha de placer en la alta noche.

Frente al alba, los perros sepultan tu escultura
y ladran sobre ti sin conocerte,
mientras la prostituta amante acalla tus quejidos
y defiende tu sexo mutilado del barredor soñoliento que avienta
-sobre tus galas muertas y tus ojos de esmeralda-
montones de basura e inmundicia al llegar la aurora.




viernes, 18 de diciembre de 2009

Publicaciones de Cinosargo a la fecha.

12:54

carrizales222.JPG

Intromisiones, radiogramas y telegramas de Wilfredo Carrizales - Antología de poesía y fotografía. (leer)


Cuentos de Parinacota.

Autor: Juan Carlos Mamani Morales

(leer) o (decargar)


"respirar puede ser un fracaso"

de Yamila Greco

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Aguante Barreda de Alejandro Colliard

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Antología de nuevos narradores Arica - Antofagasta

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gramm.JPG

Gramma: Editorial Cinosargo

reali.JPG

"Realidades Dialogantes"

Editorial Cinosargo


jueves, 17 de diciembre de 2009

La "Nueva Nortinidad" a propósito de la Antología Escritores de Arica - Antofagasta

9:20


La "Nueva Nortinidad" a propósito de la Antología Escritores de Arica - Antofagasta

por Alvaro López Bustamante


A raíz de ciertos hechos muy interesantes, que no viene a cuento mencionar por ahora, sostuve una discusión que derivó, afortunadamente, en ciertas consideraciones respecto a la “nortinidad” en la literatura.

Usualmente, se considera literatura nortina a aquella que habla de la pampa, en lo posible situada antes de 1960. Dejando aparte el valor histórico-testimonial, se trata generalmente de literatura orientada a generar una cierta modorra intelectual, pues existe un concepto entre místico y cómodo de lo nortino. Un misticismo de cartón piedra, en que se añora la época feliz de la juventud, sumado a la comodidad de aceptar ciertos estereotipos por su forma, no por el trasfondo histórico, emocional, o social que los originó.

Ocurre que las cosas han cambiado en 50 años, y si literatura nortina es aquella que habla de lo que pasa, digamos, más al norte de La Serena y, mejor aún, desde Vallenar al norte,entonces tenemos que hablar de otras cosas, todas derivadas de la condición de región extrema y fronteriza: La inmigración, el tráfico de drogas, el tráfico de mujeres y hombres, la pobreza, el encarecimiento material y el empobrecimiento intelectual y espiritual de la vida, y la brutal desigualdad con que todo esto pinta a la sociedad donde estamos inmersos.

El lenguaje, entonces, no es precisamente de academia, más bien, se profieren palabrotas y palabrones, las situaciones no son en general del agrado de reunioncillas de salón, sino que todo es más sucio, más violento. Menos cómodo.

Queda una sola oficina salitrera, y los íconos ya no son los mismos. Se pasa de Sabella a Bolaño, de la imitación de Neruda a la imitación de Bukowski,y ya internet no es nada especial.

¿Reivindico Norte Grande? Por supuesto, pero con narcotraficantes, y asesinos en serie. Es lo que nos tocó vivir. Es la nueva “nortinidad”. Es lo que hay.

Para saber qué diferencia la "Nueva Nortinidad", de lo existente, hay que describir lo segundo. Partamos por la poesía.

En general, la poesía nortina ha sido un apéndice de aquella en las metrópolis de más al sur. Excepciones: Oscar Hahn, Jodorowsky, Calderón, Fariña. Sin embargo, no viven en el país o la zona desde hace décadas, por lo que la cotidianeidad, la naturaleza actual de nuestra situación, poca influencia tiene en su poesía a estas alturas.

Poesía nortina: O "lárica", o imitación de Neruda y Huidobro, en menor medida de Rojas (el bueno) y de Parra. Al ser voces impostadas, se tiende a la chatura, a la repetición de tópicos, y muchas veces, hay que decirlo, a la pobreza intelectual y de vocabulario. Se confunde poesía con palabras huecas que suenan bonito, rebeldía con descripción de lugares exóticos, calidad con cantidad. Se intenta impresionar con frases altisonantes, en suma: vacío y torpeza.

En lo que llamamos "Nueva nortinidad", lo realmente nuevo está en sus temas, no en la forma. Así, en general, sus tópicos lo constituyen hechos que efectivamente ocurren al escritor, y que afectan tanto su entorno como su vida interna: Sangre, rabia, vida. Prostitución, drogas, violencia intrafamiliar, sí, pero también amor y humanidad. En las formas, podemos observar cierta adopción de la llamada neovanguardia de los '80, así como la ruptura con los corsés del modernismo de comienzos del siglo XX (tan caro a la "poesia nortina"), la influencia de la música contemporánea y los medios digitales y, lo más importante, una intensa búsqueda de la expresión propia.

Es triste que los representantes más fuertes de estas expresiones, hayan quedado fuera de la Feria del Libro santiaguina 2009, por distintas causas. Lo lamento, por la alta calidad de sus textos, y porque me parecen quizás más representativos de la lírica local, por lo actual, por lo vivo, porque representan el futuro, la dirección donde va nuestra literatura.

En la narrativa actual del norte de Chile, resulta evidente (aún más que en nuestra poesía) el viraje hacia otras posturas estéticas, distintas a lo que habitualmente se ha considerado "literatura nortina".

Y con "literatura nortina", nos referimos, a la prosa "pampina", con mayor o menor dosis de moralina o moraleja, que es básicamente donde se ha ido encasillando la identidad de nuestra zona.

Tomemos el caso de la novela "Alto Hospicio", de Rodrigo Ramos. Nos cuenta la historia del connotado asesino en serie, pero desde una perspectiva que resulta más descriptiva que axiológica o moralista. Nos habla de los inmigrantes, de la droga, de la pobreza. Del llamado "mundo de la noche". De Internet. Son temas que, me parece, están surgiendo con fuerza en estos ultimos años, en la obra de diversos autores radicados en la zona, y que se alejan del llamado "mundo pampino". La técnica narrativa también varía: se toman prestados elementos de la ciencia ficción, del cómic, y entre otras cosas, se bastardea la técnica periodística llamada "gonzo", donde el periodista es parte de la noticia, la relata desde un punto de vista netamente subjetivo, enfatizando aspectos de la misma, apelando a recursos reales y ficticios.

Se apela a la realidad actual, sucia, dura, pero innegable. El ámbito ahora es más citadino que pampino, las salitreras desaparecieron (excepto una), y ahora vivimos una cotidianeidad que une a la gente que se pierde días "arriba", en la mineria, con un collage tercermundista postmoderno, con abismantes brechas entre pobreza y riqueza, mezclados todos como en un merengue, al decir del tango. Evidentemente no es el mundo pampino al que la literatura nos ha tenido acostumbrados desde el siglo XX, sino uno igualmente duro, pero con otros códigos, otros ámbitos, otras perspectivas. Nuestro presente. Y posiblemente, buena parte de nuestro futuro.

De un tiempo a esta parte, ha ocurrido un cambio profundo en los aspectos sociales (y económicos) de la zona norte. Esto se ha ido reflejando, poco a poco, en su literatura.

A esta literatura, influida por cambios relativamente recientes, algunos hemos dado en llamarle "nueva nortinidad", para diferenciarla del tipo de literatura que se supone caracterizaría a nuestra zona. Con esto me refiero a poesías e historias de pampa, de salitreras, y todo el universo asociado a ellas.


No hablamos, entonces, de la eliminación de la literatura calichera, sino del surgimiento de nuevas generaciones, cuyo lenguaje y forma de vida están más cercanos a la condición de zona fronteriza y geográficamente extrema, situada en el patio trasero de la llamada globalización, que a nuestro imponente pasado de explotación en las casi extintas oficinas salitreras.

Esta nueva aproximación a la literatura, de la que me siento parte, no es antojadiza, ni menos un arrebato caprichoso, sino que más bien es la constatación de que numerosas escritoras y escritores -cada cual siguiendo sus propios procesos independientes- han arribado a cierta estética común y a la consideración de temáticas semejantes, que son las que ya he mencionado en los anteriores artículos. Es posible que, "sin querer queriendo", haya nacido una especie de "colectivo imaginario", como lo llama un amigo, pues estas escritoras y escritores, además de rescatar el concepto de solidaridad entre pares, concuerdan - esto se ve leyendo las distintas obras - en una redefinición del concepto de "nortinidad" en lo literario.

Es razonable pensar que este proceso seguirá un largo tiempo: podemos distinguir escritores de valía en esta línea, lo que asegura representantes dignos del proceso. Ellos - esperemos - le cambiarán la cara a la literatura nortina.



miércoles, 16 de diciembre de 2009

Dialogando con la nueva narrativa de Arica

8:35


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Dialogando con la nueva narrativa de Arica

Por Daniel Rojas Pachas

Resulta necesario presentar esta parte de la compilación nuevos narradores de Arica y Antofagasta con unas palabras acerca de los estilos y técnicas dispares de quienes por la incipiente XV región, han tenido el atrevimiento de representarse narrativamente a sí mismos más que a una localidad, pues si bien, todos tienen en común el residir en Arica (ni siquiera se puede decir que todos sean originarios de esta zona, dada la condición extrema y fronteriza que ostenta) podemos destacar por encima de la confluencia espacial un irrefrenable deseo de no ser encasillados y evitar asumir de modo determinante el espíritu de geografía frontera, ciudad heroica y nostálgica que cierta mirada canónica ha impuesto. Por ello, citamos planteamientos de Virginia Woolf a esta altura ya clásicos aunque muchas veces no escuchados o bien entendidos por algunos sectores dogmáticos de la tradición literaria local y porque no nacional, que pretende regionalizar la literatura como una imagen de postal llámese pampina, austral o alegórica del copihue o el cactus.

Woolf decía: La vida no es una serie de farolas ordenadas simétricamente, sino un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el inicio de nuestra conciencia hasta su final. ¿No es tarea del novelista transmitir este espíritu variado, desconocido y sin circunscribir, no importa qué aberraciones o complejidades manifieste, con tan poca mezcla de lo ajeno y lo externo como sea posible?

Tales palabras nos permiten expandir desde el intuitivismo, la irracionalidad, el expresionismo y la percepción estética de cada individuo, la región, no como un exacerbamiento de lo que Tolstoi decía “Describe tu aldea y serás universal”

Sino considerando la realidad que nos convoca como es en su completa incertidumbre… una aldea global, abstracta y con fronteras virtuales, más cercana hoy a una red paragramática llena de códigos fonéticos, sintagmáticos y semánticos, signos y discursos intra- e infra-históricos y que cada autor sabrá como abordar y proponer a su antojo independiente de su ubicación en un hemisferio.

Al respecto, no podemos negar que el espacio y época influyen, la distancia de un centro por ejemplo, digamos Santiago… Pero para el caso de Arica vale afirmar que hay muchos otros centros a los que paradójicamente la ciudad ha estado anexada o vinculada a lo largo de su historia, Perú y Bolivia… también Arica, si lo pensamos es al final un centro lejano e indolente para las provincias de Parinacota y la población Aymara del país y en cuanto al resto de Chile, la otrora ciudad de la eterna primavera, es también un núcleo cuando se trata el tema de los inmigrantes ilegales y la droga.

En definitiva todo lo expuesto está en mayor o menor medida en la mente de los creadores de esta antología y si bien uno puede escribir situado y lo hace… se puede contraargumentar a aquellos fundamentalistas del naturalismo regional que pregonan: “que uno no puede marginarse o dar la espalda al mundo que lo rodea” añadiendo del mismo modo, que uno tampoco puede excluirse de la labor de rodear al mundo con lo que uno es en lo más profundo de su caos y deseo por imaginar la realidad.

Por ello este grupo o colectivo imaginario de autores situados en Arica… no cabe tampoco llamarlo generación pues hay voces aquí que bordean los veinte y otros que superan los cincuenta… por tanto es preferible entender su quehacer como el de artistas disímiles de la palabra y que aspiran desde su individualidad a desarrollar una geografía mental más que territorial abocándose a la región no tan transparente que cada cual quiere relatar y representar en el papel.

Así lo demuestra la inclinación multifacética que vemos en los textos, el humor negro, la blasfemia y desacralización de figuras, lugares e hitos, incluso instituciones como el mismo arte de narrar son cuestionados con una revisión irónica y metatextual de la palabra y espacios concretos cargados de un esplendor utópico, podemos señalar el Morro o el manoseado y derruido Hotel Pacífico, en esos trotes tampoco es de extrañar la revisión a los llamados subgéneros, el terror, la ciencia ficción, la novela negra y las transgresiones que modifican la estructura narrativa lineal con saltos de nivel poniéndose atención más que a lo enunciado a la enunciación, los quiebres temporales y por último la ausencia de una voz definida se lucen en estas prosas.

La suma de todos estos esfuerzos en cualquier caso, tampoco anula el potencial de la tan mentada ciudad desértica y fronteriza que asume el rol de atmósfera o punto de hablada, espacio depredador, violento, contradictorio y ambiguo que Cormac McCarthy, Rulfo, Burroughs, Bolaño, Lowry y muchos otros vitalizaron…

Aquel lugar sigue siendo sin duda un misterio y veta a explorar y que lastimosamente termina pudriéndose como cualquier otra posibilidad creativa en el decimonónico afán de poetizar elogiosamente las bondades del paisaje y el tesón del tipo humano… por ello se plantea desde este punto, en la historia creativa de Arica, una imperiosa primera tentativa de romper con una inercia fetichista y reduccionista que se ha asumido como verdad en los últimos cincuenta años o más dentro de la literatura de la localidad… pues el ejercicio escritural debe ser el norte y no el norte como tótem, mantra o símbolo sacro una excusa para escribir en clave turística y condescendiente

Daniel Rojas Pachas

Arica diciembre 2009

martes, 15 de diciembre de 2009

Cinosargo presenta Antologia de nuevos narradores de Arica - Antofagasta

22:47


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Cinosargo y su grupo editorial conformado por Daniel Rojas Pachas, Milvia Alata Tejedo y quien redacta, Violeta Fernández Riquelme, se complacen en presentar este esfuerzo conjunto que reúne a once escritores de la zona norte de Chile, en esta oportunidad las ciudades presentadas son Arica y Antofagasta y el objeto de la presente edición es dar cuenta de una forma diversa e incluso inesperada de apropiarse estéticamente de la realidad.

Sin embargo, las estéticas y discursos que podemos disfrutar en el texto no han de extrañarnos en los tiempos que corren sobre todo valorando las características de los espacios en que estos autores viven, han crecido y madurado su arte; lo destacado aquí es que estamos ante autores que no rinden ciega pleitesía al terruño, puesto que junto a las experiencias e inquietudes que cada uno porta y comunica, el referente geográfico pasa a ser un telón más o un factor a redescubrir o re-escriturar, muchas veces… desde una perspectiva ajena, alienada, satírica o deforme para visiones anquilosadas de lo que se ha querido perpetrar como belleza y creación en torno al Norte Grande, en ese sentido el desacato no esta omitido pues como dice Bloom nos topamos con una condición agónica y antitética de la creación, enfrentamiento entre poetas fuertes –son los únicos que, para Bloom, merecen estudio- predecesores y sucesores, entre lecturas, entre significaciones y formas. Y es en esa dinámica que el poeta (creador) se encuentra detrás de todos sus predecesores y marca su fuerza, su valor al contrarrestar la fuerza de su padre poético.

Si ligamos esto a lo que Bolaño pone en boca de Maples Arce en los Detectives Salvajes… Todos los poetas, incluso los más vanguardistas, necesitan un padre. Pero éstos eran huérfanos de vocación”.

Los que conforman esta antología se presentan como huérfanos de un desierto, escritores que desafían a ese padre fantasmal que ha sido la sombra y la formula de muchos, la pampa que imperceptiblemente, invisible si se quiere, cambia contra nuestra voluntad y nos fuerza a mutar, día a día bajo nuestros pies y mirada.

Finalmente los agradecimientos son para todos los que han hecho posible esta antología con su trabajo creativo.

De Antofagasta a los escritores que participan de la muestra: Rodrigo Ramos Bañados, Álvaro López Bustamante, Eduardo Farías Alderete, Jaime Cortés, Juan Luis Castillo

De Arica a los escritores que participan de la muestra: Roberto Flores Salgado, Josmar Conde Tolmo, Luis Seguel Vorpahl, Carlos Morales Fredes, Daniel Rojas Pachas, Pablo Espinoza Bardi.

A todos ellos gracias… Cinosargo tiene la palabra…

V.F



viernes, 11 de diciembre de 2009

Artículo de Daniel Rojas Pachas sobre Bolaño en Crítica.cl

8:55

Artículo de Daniel Rojas Pachas sobre Roberto Bolaño en Crítica.cl


Artículo completo en este link


 El discurso hipertextual como estrategia para la constitución de una memoria universal en la narrativa de Roberto Bolaño.


 Resumen: La presente lectura de la obra del escritor chileno, Roberto Bolaño, tiene por finalidad desentrañar a través del análisis de las novelas breves Amuleto y Estrella Distante, las relaciones de interdependencia y solidaridad co-interpretativa y co-productiva que cada texto del autor sostiene entre sí. Noción que tiende a disolver una mirada del texto como unidad cerrada,  idéntica a sí misma y autosuficiente. Para ello se revisará a nivel de discurso, el double coding, la ironía intertextual, la metanarratividad así como el manejo de recursos que tienden a la polifonía discursiva entre las cuales encontramos las listas imaginarias de corte hiperbólico, el establecimiento de taxonomías que procuran la fijación de un canon de  autores o libros que se deben consultar, y en especial; la hipertextualidad como proceso de re-escrituración completa de una obra o palimpsesto. Serie de estrategias textuales presentes en la diégesis y diseño de Amuleto e ineludibles mecanismos que componen un cuerpo constante dentro de la narrativa, ensayo y poesía de este escritor latinoamericano y su obsesiva concepción Borgeana de la literatura.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Aguante Barreda - Crónica roja y ficción como parte del ideario de masas en latinoamerica.

8:56


"Aguante Barreda" - Crónica roja y ficción como parte del ideario de masas en latinoamerica.

por Daniel Rojas Pachas

“Aguante Barreda” es una novela corta del escritor y artista argentino Alejandro Colliard, es una obra dinámica que utiliza como principal estrategia textual la concisión de los capítulos para exponer a través de su brevedad y precisión léxica una versión absurda y esperpéntica de lo que podría ser la vida de Ricardo Barreda tras su liberación. Colliard se apropia de manera efectiva y con gran comicidad, especialmente con humor negro y mucha ironía del hecho verídico. Abarca tangencialmente tanto el crimen ocurrido hace 16 años como la situación que vive hoy su principal actor. A la fecha Barreda cumple su condena con arresto domiciliario en la calle Belgrano, lugar en que está ubicado el hogar de su nueva pareja Berta André “Pochi”. La conmutación de la pena que favorece al autor de la sangrienta masacre desplegada en contra de su mujer, suegra e hijas un domingo 15 de noviembre de 1992, es producto de su avanzada edad y otros beneficios que contempla la ley penal Argentina. En el 2012 el odontólogo platense podrá optar a libertad condicional pese a haber sido originalmente sentenciado a cadena perpetua.

Partiendo de este hecho, Colliard realiza una proyección satírica de la sociedad Argentina y porque no, latinoamericana, aglutinando factores culturales, mediáticos y políticos. En este último apartado aparece un importante elemento que vincula a la novela con el mundo externo a la ficción, el Dr. Carlos Ruckauf, Gobernador de Buenos Aires, que a lo largo de su carrera ha ocupado numerosos cargos incluso el de vicepresidente durante el gobierno de Menem. Esta figura pública aparece en la historia como un gatillante de la acción, movido por ansias de poder caricaturizadas al extremo. Ruckauf es un manipulador de los medios y partidario acérrimo de las estadísticas por encima de cualquier implicancia ética. Colliard aprovecha esta condición y diseña una agenda ficticia en la cual Ruckauf muestra interés en la popularidad de Barreda para así explorar los mecanismos psicológicos de la masa. Cual bandada de palomas, el pensar colectivo se expone en todas las aglomeraciones que rinden pleitesía, apoyo y conmiseración a Barreda.

En forma individual, la policía y los taxistas son usados en la narración como barómetros del sentir general el cual eleva al psicópata a la categoría de ser mítico y heroico, que amparado por juicios de aprobación a causa de su espíritu trágico, de su travesía de dolor y supuesta purificación, se torna digno como epónimo Hércules o Jason capaz de arrasar sin el menor reparo a toda una comunidad gracias a lo que se comprende como una razón legitimada, en este caso, la defensa de su hombría.

El sentir gregario tal como Colliard lo expone, ve en este personaje de la crónica roja, con una sobre exposición que nada tiene que envidiar a Charlie García; a un icono que rescata los derechos del oprimido, del ninguneado por su propia familia, y que actuó en defensa de un valor superior, la unión familiar erosionada por la crueldad de la suegra, el abuso de la esposa y el irrespeto de las hijas. El tema toma ribetes de misoginia y falocentrismo cultural, otra lectura presente en el texto y que es coherente con la actitud de Barreda y la revisión del peritaje de psicólogos a cargo del caso.

Estos discutieron durante el proceso acerca de una posible homosexualidad reprimida o crisis de identidad sexual no resuelta: “como Barreda no pudo matar a la mujer interior, la del subconsciente, asesino a todas las mujeres de su vida diurna” El tema por tanto tiene proyecciones insospechadas y aparece una figura del pasado, el padre abusador del dentista, un militar que marco a fuego la infancia de Barreda. Estamos entonces ante el producto de una patología social generalizada que muchas veces acepta en sus productos culturales, cine, literatura, pornografía, modelos de violencia difuminando la frontera entre victima y victimario.

Sin hacer juicios de valor o tomar partido con una mirada moralista, Barreda se presenta en la novela como un producto postmoderno, propio de una sociedad cosificante, capaz de generar entes implosivos y abusadores, en los lugares menos deseados, los colegios y el hogar. Lo paradójico de esta situación y que le da al signo la capacidad de atentar en contra de los discursos fuertes de nuestra sociedad, son las motivaciones que subyacen al crimen.

Barreda arrasa a su familia por su deseo de preservarla, lo cual relativiza el tema al ubicar a las víctimas de la masacre en la posición de antagonistas, ya que estas juegan el rol de ofensoras del hogar, al frustrar con ignominia los intentos genuinos del odontólogo por mejorar el vínculo hogareño. Colliard usa este tema cruzando pequeños argumentos con la trama principal. Se muestra así la fragmentación de las bases fundantes de la sociedad, la familia y el matrimonio con ejemplos como el fin de la relación del dentista con Pochi, la que abandona a su pareja para irse con la foto de un muerto del cual se enamora. También está la promulgación de una ley que Barreda, en un punto de la historia en su calidad de senador realiza al promover el matrimonio inter-especies. Hombre con hamsters, perros con sus dueñas, sólo que de distinto género. “Tan progresista no se puede ser”. Estas situaciones absurdas contribuyen a construir al paradigma de hombre finisecular.

Otra contradicción digna de ser mencionada y que refuerza esta idea de desfiguración de los conceptos y valores a ultranza, recae en la imagen pública que tiene Barreda. Colliard utiliza ese factor para proponerlo en su historia como un candidateable, de modo que al ser satanizado o explotado como producto por los medios, el criminal alcanza gracias a las circunstancias relativas a su acto de sangre y posterior juicio, la categoría de personalidad. Ser de culto e incluso de confianza por la sinceridad de su proceder. Como se mire, Barreda en su calidad de ciudadano está mas cerca del hombre del día a día que los artistas y los llamados lideres de opinión y su transparente artificialidad, pues el dentista actuó empujado por su cólera, quizá no se midió pero no es algo que ni siquiera el más santo no haya pensado cuando ha sido puesto al límite por sus pares. La situación está en que los discursos políticamente correctos censuran estos actos, pero ante la caída de esos discursos, Barreda tal como Colliard lo presenta a los ojos de Ruckauf, es la imagen de la transparencia real.

Lo cual explica el fandom que en el mundo no novelado tiene este personaje, su popularidad, grotesca para algunos, anecdótica para otros no es menor, lo llaman ídolo y lo hacen cercano al fenómeno Charles Manson que llegó en los setenta a tener camisetas con su fotografía. Estas aún se venden.

En el caso Barreda un ejemplo emblemático del mass media y su influjo es la canción Barreda´s Way del grupo Ataque 77, prueba fehaciente del poder convocante y comunicador de esta entidad mediatizada, Colliard consciente de estos signos e imágenes, va generando una especie de simulacro postmoderno en el cual se mezcla lo vernacular y pop con lo formal, se privilegian los llamados grandes relatos de la cultura, partiendo por el hecho de que estamos ante una novela, uno de los discursos más respetados en el devenir del hombre, de modo que entretención y morbo se conjugan en un consomé kitsch, auto consciente y crítico en su hilaridad. Pues al apropiarse del referente, en este caso Barreda, Colliard expone a la sociedad en su completitud como una pantalla prefabricada, en la cual el mismo autor se ubica en una posición de descreimiento y de complicidad con los mecanismos de falsación de lo real, Colliard no sólo es el autor, sino que también es un personaje de la obra, aquí el creador juega una carta interesante, se satiriza como un escritor fracasado, que ve su oportunidad al ser reclutado por la campaña de Ruckauf como mercenario de las letras.

El autor produce una mímesis, un salto de los niveles de narración desde lo extratextual a lo intradiegetico y viceversa al incluirse en la historia como personaje secundario. Su rol en la obra reside en la tarea de escribir los discursos del candidateable Barreda, y luego un libro que crítica curiosamente, la imagen de los hombres que se destacan en la sociedad a causa de su creatividad, podríamos llegar a pensar incluso que está obra que leemos, “Aguante Barreda” es otro producto de Colliard, personaje que nos envuelve dentro y fuera de la novela como participes, como parte de ese fandom o pensamiento colectivo de masas que está ávido de leer la vida y proceder de un asesino supuestamente rehabilitado y recibido con los brazos abiertos como hijo ilustre por la sociedad. La novela se vuelve otro discurso mediatizado, estamos en un simulacro circular, del cual todos somos cómplices, autores, y victimas.

En definitiva el merito de la obra esta en la re-escrituración testimonial que Colliard hace de lo ocurrido sin suplantar en lo más mínimo la historia extratextual, no hace un palimpsesto o borra el como se dieron las cosas, sino que toma la realidad y la inserta intertextualmente, de forma fragmentada y con gran sutilidad en su ficción a través de deícticos que remiten al lector, a lo cubierto por la crónica roja y los medios de prensa televisivos: El auto de barreda, su Ford Falcon y la fachada del hogar llena de graffitis injuriosos o de apoyo para quien a juicio de algunos es la verdadera víctima del crimen, el reivindicador de los oprimidos, de los underdogs, no hay que olvidar el rifle español Calibre 16.5 que el odontólogo utilizó para el crimen y el rol que juega la mentada “Pochi” su actual mujer, esos son sólo algunos de los elementos que se utilizan como anclaje para aproximarnos de modo implícito al fenómeno mediático, logrando los efectos de una lectura abismante, llena de ramificaciones para tan breve obra escrita con economía de palabras. La tarea del receptor por tanto implica llenar los espacios en blanco y cooperar con la creación al actualizar la narración con una enciclopedia que remite a la coyuntura que tuvo y tiene la figura del dentista asesino dentro de la realidad Argentina y su cultura popular. De cualquier modo, el destinatario no familiarizado con el truculento asesinato rápidamente puede captar la historia en su calidad de fantasía y acercarse a la mente del psicopático personaje, Colliard construye un doble código que comulga tanto con el lector aventajado producto de un conocimiento previo de la situación, como con aquel que asume esto cual fantasía.

Algunos de los recursos también sugeridos por la prosa del creador, van perfilando una conducta errática e insensibilizada mediante los vagabundeos que el dentista hace por calles con prostitutas y jóvenes que se venden, su actitud hacia los gatos, por ser el animal familiar el único sobreviviente de la masacre de aquel domingo del 92, eso sin contar el procedimiento maquiavélico desplegado para la eliminación de los felinos en la historia, darles de comer vidrio molido, actitud que en la fachada de normalidad del personaje, y ocultamiento de un depredador en potencia, recuerdan al proceder de Patrick Bateman de la obra el Psicópata Americano del autor estadounidense Bret Easton Ellis, en conclusión el texto expuesto en la red por el autor, específicamente en google books y hoy llevado a ustedes gracias a la generosidad y genio del autor, Alejandro Colliard y la labor de Cinosargo Ediciones, resulta en extremo recomendable pues en su sencillez narrativa, traspasamos la lectura fruitiva e impresionista, promoviendo una serie de mecanismos interesantes de la narrativa actual sin obviar aquellas condicionantes que exponen al desnudo a nuestras sociedades latinoamericanas y la calidad de los individuos en sus relaciones con el medio, el miedo.


Autor: Daniel Rojas Pachas

Publicado en: Cinosargo Revista, Edición VIII de enero del 2009





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