miércoles, 5 de diciembre de 2007

Grandes Autores Continentales: Manuel Puig por Daniel Rojas Pachas



Puig(Argentino-1932-1990)fue un escritor talentoso que vivió no pocos ni desestimables exabruptos en su carrera y biografía. Realmente odiseica, es la búsqueda de su propia identidad, la que paradójicamente, al igual que su obra y personajes, se vio retratada bajo la óptica y armazón peculiar, basada en el montaje multigenérico.

La cruzada vital de Puig, parece atravesada por multiplicidad de discursos de variada índole y calibre (cine como escapismo y fantasía, boleros y tangos como testimonio sensible, viajes y becas de estudio como sueños posibles y frustraciones inminentes. Voces criticas que camuflan y desnudan indistintamente el ataque vil y apoyo fraterno de sus pares y los especialistas del arte. Censura política, moral, editorial. Exilio, persecución, autoridad paterna, complicidad materna, despotismo y abuso infantil) todo desde una comunidad rural y chauvinista como General Villegas, Provincia de Buenos Aires, donde creció y forjó su personalidad y pasión por el celuloide. Amor que tanta satisfacción y dolor le traería en lo creativo y porque no, personal.

Aquel páramo de sequía intelectual, pequeño infierno pueblerino, resulta obligada referencia empírica de Coronel Vallejos, sitio en que se desenvuelven grandes obras como La traición de Rita Hayworth su primera novela y Boquitas pintadas, de lejos el mejor de sus trabajos.

Esta última, es además, el pie perfecto para aproximarnos al universo narrativo de Puig, ya que condensa los fantasmas existenciales del autor, sus fetiches y manierismos, sus represiones y compromiso ideológico con la libertad individual y sexual de los subyugados. Desde luego, tampoco podemos obviar, el dominio vanguardista que tanto éxito le granjearía en los años setenta. Suma que en la actualidad lo ubica como autor de culto y uno de los más arriesgados y experimentales narradores latinoamericanos, de fines del siglo recién pasado.

El bricolage (Genette define este tratamiento como: Una función nueva que se superpone y se entreteje a una estructura antigua, y la disonancia entre esos dos elementos co-presentes, da el sabor al conjunto, en otras palabras, Bricolage que viene del francés: chapucear, refaccionar, procura como antiguo arte: hacer algo nuevo con materiales viejos) es la estructura o edificio narrativo enrevesado que Puig dominó lúdicamente, para llegar al lector.

En Boquitas pintadas, la violencia, la represión sexual, el abuso de poder, la codicia, el sexismo machista, la sumisión pasiva y amarga del rol femenino, se entrelazan y estallan con imágenes magistrales (que nada tienen que envidiar a Hollywood) En un compendio de entregas periódicas, tipo novela rosa o folletín. Dieciséis para ser exactos, cada una, precedida por un bolero. El cruce de voces y visiones de un mismo hecho o personalidad, es lo que brilla. Puig da tridimensionalidad y perspectiva a géneros menores o paraliterarios.

Metafóricamente, nos encierra en un baúl donde se añejan, cartas de amor, fotografías, diarios de vida, recortes de revistas adolescentes, partes oficiales de la policía, un juzgado o institución médica, por allí revolotea un currículo, una canción, radioteatro y la entrada de una función teatral o fílmica, el envoltorio de un dulce y lo que podamos imaginar y que sirve para detallar un momento, una fracción precaria y fugaz de una relación, una mirada, una vida y desde luego lo más interesante dentro de estos cambios de foco, serán los recuerdos, o el doble discurso, el elogio que envuelve odio, la hipocresía camuflada, la careta mordaz con que se camuflan las más bajas pasiones o los más recónditos miedos.

La atmósfera idílica: Aquel pueblo conventillero que vive del chisme y que como toda olla pública de envidias, resentimientos, alegrías y sueños, tiene sus protagonistas y antagónicos.

Juan Carlos por ejemplo, el burdo arquetipo de galán, es una sátira al modelo fílmico de conquistador, algo así como el protagónico soñado de Corin Tellado, sólo que aquí, Puig revela por los pensamientos de quienes lo rodean y por el juego de miradas internas y externas que bombardean al personaje, una disección de la trivialidad y superficialidad del prototipo, dotándolo de humanidad innegable, de falsedad, de idealismos vanos que se molesta en sostener pero que para el lector no son secretos, pues uno lo ve a cabalidad desde los ángulos más insospechados. Sabemos mejor que él mismo, como piensa y mejor aún, como procede y que provoca en los demás con su conducta.

Amparado por la noche, le declara amor a muerte a Nene, luego leemos una carta que le escribe a Mabel o peor aún, lo vemos colarse a su dormitorio y acabar por completo con su fachada de sensible héroe al verlo más tarde forzar a una menor pobre e ingenua. Situación similar ocurre en sus relaciones fraternas. Pancho es el otro lado de esta sociedad clasista argentina o latinoamericana, sin ir más lejos. Juan Carlos es el muchacho blanco, esbelto, clase media, su amigo de farra es un cabecita negra, moreno, poco agraciado, brutal y pobre, que sólo aspira a imitar a este y en lugar de conquistar a las hijas de los hacendados o burócratas, se conforma con tomar a las empleadas como la Rabadilla.

Las mujeres de la obra tampoco escapan a la mirada microscópica con que nos dota el autor, aquí se revelan los atributos más machistas de nuestra sociedad, mujeres que forjan y alientan a estos hombres bestias, moldes imposibilitados para el cariño y la sensibilidad. Esperan al príncipe azul que las saque de las garras del padre, de las fronteras de la ciudad para gozar del pasajero deslumbramiento de una capital enaltecida.

En tal proceso, se dejan engatusar y no vacilan en destripar a la que tienen al lado para congraciarse o dar placer al macho. A fin de cuentas, somos testigos privilegiados de vidas inmersas en una fantasía hipócrita y barata, permeada por aspiraciones nutridas al alero del consumismo, de la frugalidad y ensoñación adolescente que imita modelos foráneos, inútiles tendencias y lo más grave, se destruye por ellas, se divide en concordancia a sus designios y forja conductas y personalidades mezquinas y abusivas. Literariamente una radiografía cruel pero no por eso menos veraz de cómo nos comportamos, como asumimos nuestra existencia, los roles y damos o quitamos identidad.

La obra de Puig sin cuestionamientos, suda humanidad, visión crítica y en extremo resulta vital, comprometida con la búsqueda por socavar roles añejos y estereotipados. Todo desde su experiencia, lo cual nos prueba además cuan buen lector fue de su tiempo y porque no decirlo, del nuestro, ya que plantea cuestionamientos postmodernos: Duros ataques a la racionalidad, al triunfo falo-logo céntrico, consumista, evasivo y atravesado por miles de ideologías que nos escinden; constituyendo un mundo moderno fragmentado, irreflexivo, pragmático y contradictorio que eleva íconos y luego los destaza, que se lanza en hedonismos burdos para luego imponer dogmas de castidad y moderación.

Ante todo, Puig es un rebelde que pretende desnudar la inconsecuencia de los cánones y su hipocresía y la mejor prueba de su desafió a dichos moldes pre-establecidos es su ataque férreo al último de todos los modelos, el de la novela. Si Rayuela planteó la contra-novela que quería sacar al lector de su pasividad lineal, Puig en su obra, quiso revitalizar la cultura pop, lo mundano y coloquial y probar a los intelectuales empotrados en su ciega verdad, que no hay temas más o menos literarios, sino formas innovadoras e interesantes de abordarlos.

Algo similar ocurre en El Beso de la mujer araña, otro de sus grandes títulos, la historia del anarquista Valentín y el gay Molina, es una especie de mil y una noches (modelo de muñeca rusa o caja china) en que los personajes sobrellevan el infierno de una prisión latinoamericana contándose películas a la par que van edificando una relación en que sus personalidades, uno parco y desconfiado, el otro carnavalesco y explosivo, ven trastocados sus roles sexuales y destellan como transgresores de la sociedad (lo que los une en el infortunio), uno por sus ideas políticas, el otro por su homosexualidad. El mestizaje y retroalimentación que sufren, honda profundamente en la psicología y tolerancia humana.

Nuevamente aparece el tema de los que habitan en la periferia de esta sociedad patriarcal, despótica, abusiva. La lucha de los que quieren una alternativa. Con la narración se cruzan también, teorías Freudianas, hormonales y revolucionarias sobre la homosexualidad, la voz de Marcuse y Taube resuellan entre otros teóricos Es digno de destacarse también el homo erotismo y la presentación de Molinita este personaje tan polémico y a la vez encantador, que encarna pese a ser hombre, el papel más típico y predecible de la mujer a la sombra de la masculinidad.

Podrían llenarse largas páginas analizando y recorriendo los pasajes fértiles de las obras de Puig, Pubis angelical, Cae la noche tropical y The Buenos Aires Affair, sin embargo es mejor leerlo y hacerse uno el propio juicio. Personalmente considero que Puig es digno de ser ubicado entre los más grandes pese al mal recibimiento que siempre tuvo por parte de la crítica. Ese es el riesgo que se corre al innovar y socavar territorios inhóspitos que otros no se atreven a siquiera circundar, optando por mantenerse en los límites seguros que les provee su empedrado feudo mental.

Como ya dijese en principio, la consagración de su obra no tuvo el camino glorioso que pudo esperar un autor de su talla, si bien eventualmente tuvo soltura económica y éxito comercial. Popularidad principalmente en los años 70, situación que permitió además que muchos de sus trabajos fueran llevados a la pantalla grande, una especie de consagración en ese momento cuando aún los libros no eran sólo manejo editorial y el salto de un medio a otro significaba trabajo, nuevas perspectivas para el relato y no un mero artilugio preconcebido como merchandising.

Puig se presenta hoy más como un autor de culto y para escritores, debido al olvido masivo, en que su trabajo, continentalmente ha caído, pues el pensamiento que tanto atacó, lamentablemente aún se perpetúa en espacios académicos y especializados que operan el sabotaje mudo, que opta por no dialogar en torno a las vías menos ortodoxas de la literatura. Lo cual resulta mejor arma que el escarnio, a la hora de silenciar a voces rupturistas como la de Puig. Por ejemplo, recordado es el comentario que Vargas Llosa hiciera cuando fue jurado del Premio Biblioteca Breve y amenazó con retirerarse de sus funciones, si consideraban siquiera entregarle el premio, a ese argentino que escribía como Corin Tellado.

En fin, pese a escándalos y cortapisas, Puig sigue vigente y podemos ver su influjo en la nueva narrativa, no solo argentina sino latinoamericana y mundial. Es sin duda un mural del cual se nutrirán los escritores por venir, autores que como Bolaño, quién también jugó en terrenos similares a la polifonía y uso de géneros extra-literarios, (cine, música, tv), han optado por pagar a las vacas sagradas con el mismo silencio y omisión. No rendir más pleitesía y subordinación. Lo cual se traduce en un volcamiento hacia los grandes del lado B de la literatura en español. Roberto Arlt, Macedonio Fernández, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Ricardo Piglia y el mismo Puig. Así surgen los Villoro, Aira, Fresán, Rey Rosa y Bolaño de hoy. Cosmopolitas visionarios, con una apuesta nueva y desmitificadora. El resto esta por escribirse.

Autor: Daniel Rojas P.


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